sábado, 8 de abril de 2017

Hartas

Asesinada
Violada
Golpeada
Penetrada
Abusada
Mordida
Apuñalada
Baleada
En un descampado
En un basural
En un auto
En una combi
En su casa
A la salida del boliche
En el boliche
En la casa de una amiga
Cuando iba a clases
Cuando salía del gimnasio
Cuando fue a buscar a sus hijos
Cuando tomaba el subte
Cuando salía del colegio
Cuando iba a la universidad
A la salida del trabajo
Cuando iba al trabajo
Un lunes
Un martes
Un miércoles
Un jueves
Un viernes
Un sábado
Un domingo
Por un desconocido
Por un amigo
Por su novio
Por su padre
Por su padrastro
Por un vecino
Por un cura
Estamos hartas
Estamos listas para salir a la calle
No señores.
Nunca más

Ni una menos.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Preguntas


Me obsesiona una pregunta:
¿Te acordás lo que hacías el lunes 10 de septiembre de 1973?
¿Te acordás?
¿Qué desayunaste? 
¿Miraste la Moneda? 
¿El edificio de Teatinos y la Alameda,
sin los agujeros producidos por las ametralladoras?
¿Te despediste de tu esposa?
¿Tu madre? 


¿Tu hijo?
¿Saludaste al vecino?
¿Con cuántas monedas pagaste el colectivo?
Te fuiste a dormir.
Despertaste a las 7 de la mañana,
hiciste pis,
te lavaste los dientes.
Saliste a la calle.
Era un día gris.
¿De qué color era tu abrigo?
Y de pronto un discurso.
“No voy a renunciar”
Luego un estruendo, una explosión.
Y la vida de cabeza.
Para siempre.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Comprar ropa

Ocurre que los gordos también debemos comprar ropa.
La rompemos y gastamos igual que cualquier mortal.
Ocurre que existen lugares de talles especiales para gordos.
Entrar a esas tiendas equivale a que ya no sos normal.
Y eso es un viaje.
En general la ropa de gordas tiene muchas flores. Y yo odio las flores. Las odio mucho. Además son casi siempre flores enormes. E N O R M E S.
Y además está el temita que cuesta todo el doble. Lo que por una vez tiene sentido porque gastan mucha tela.
Además que desde que estoy gorda no me pruebo la ropa, esos espejos indomables, con la luz de los probadores, es un golpe demasiado fuerte a la autoestima de cualquiera. Y me me llevo a casa, casi siempre una remera enorme, con flores enormes, con pantalones enormes. Que me queda grande o chica. Porque no me la probé.
Soy gorda, no hay nada que hacer.

martes, 1 de diciembre de 2015

Comer y ser gorda

La cuestión es que soy gorda. 
La cuestión es que estoy gorda.
Engordé de golpe en muy poco tiempo. Tan poco que mucha gente no me conoce en la calle. 
Eso es bueno y es malo.
Es bueno porque me da una suerte de estar de incógnito y por otro lado el dolor de estar monstruosamente irreconocible.
En general me río de la desgracia.
Pero estar gorda me da poca gracia.
Lo que menos gracia me da es comer. Comer en un lugar público.
Comer cualquier cosa. Es más ya solo con comprar comida tengo un problema.
Me siento como cualquier mortal (en general me pasa que no recuerdo que estoy gorda) y doy una mordida a lo que sea que estoy comiendo. Y zas, alguien mira. Y en sus ojos veo el estupor.
Cuando sos de alguna forma diferente aprendés a mirar los ojos de los otros. A reconocer el asombro, la vergüenza ajena, el reproche. Eso multiplicado por mil si lo como no es sano.
Por eso como poco en la calle, mucho menos en un restaurante, mucho mucho menos delante de gente que no conozco.  Claro que hay veces en los que nada me importa. En las que me relajo y creo que soy normal y como y todo va bien y en general esa sensación se esfuma cuando sin querer miro y ahí están esos ojos diciendo.
Ey, no deberías comer eso.
 


sábado, 8 de noviembre de 2014

Estamos hartos

Leo la crónica de cómo asesinaron a los 43 pibes de Ayotzinapa y mi mente viaja al pasado, cuando tenía 10 años y encontré un documento mecanografiado con el testimonio de una mujer torturada. La mitad de las palabras no las entendía. Las que entendía tenían el inconveniente de que eran tal el horror que no era posible compreder.
Me dio un furioso ataque de asma y terminé en el hospital.
Nunca conté lo que leí. Años después lo viví en primera persona.
Ayer leí el relato del asesinato de los 43 normalistas. Tres de sus asesinos lo relataron. Contaron como los mataron, como los llevaron, como los quemaron vivos.
Mi mente entonces viajó a Santiago, la noticia por Cooperativa de cómo los milicos queman vivos a dos chicos que están en una protesta.
Quemados vivos.
Quemados vivos.
Y todo toma perspectiva.
Estamos hartos. Estamos hartos.
Yo estoy harta.
Estoy harta de la barbarie, del capitalismo, del nacionalismo burgués, del socialismo a la media de la posibilidades.
Estoy harta de que un estado ponga a la peor lacra de psicópatas asesinos a su orden para aniquilar, asesinar, destruir a una persona. Estoy harta.

La única salida es la revolución socialista.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Falditas cortitas

Todos los humanos crecemos disparejos. Tenemos zonas grises donde se nos nota el emparchado, lugares sombríos que pocas veces nos atrevemos a mirar.
Criar es una actividad que hace que todos esos grises salten a la vista.
En ese sentido ser mujer es difícil. Es difícil saber donde empieza y termina su cuerpo.
Es difícil explicar la trascendencia de nuestros actos. Es difícil explicar a una hija adolescentes que tiene que ponerse una pollera más larga, con esa cortita le van a meter la mano en el culo. Es difícil explicar eso sin tener que explicarle que el capitalismo nos tiene hartas.
Que esta sociedad esquizofrénica te hace linda solo si sos flaca y con pollera cortita, pero si sos flaca y usas pollera cortita te bajas del colectivo con un pedazo menos.
Es difícil criar hijas, explicar que la belleza es un concepto ambiguo, cambiante, loco.
Y tienen que salir al mundo.
Mi vida es mujeril, mis amigas, mis hijas, mi hermana. Una vida llena de conchas y pocos pitos.
Y pienso en eso bastante, que distinta la vida rodeada de minas.
Cómo se organizan las lealtades, como las mujeres inteligentes se pierden en pactos con los varones, como organizan alianzas, perdonan agravios, organizan estrategias.
Pienso en mujeres inteligentes, mujeres fuertes que les crece un pito de vez en cuando. Pienso en una sociedad que te hace creer que es mejor que te crezca ese pito. Pienso en una sociedad que vuelve a las mueres sufrientes, histéricas, llorosas. Y hace de eso una forma de manipulación.
Pienso en la psicología que dice que millones tenemos envidia del pene. Que dice que la madre, sí la madre y si relación primigenia encausan el resto de las relaciones (es un poco mucho para una sola persona).
Pienso en Javi que cumple 15 años.
Pienso en que creció rápido.
En que tipo de mujer será cuando sea grande.
Pienso en su pollera cortita, en los vestidos de fiestas de 15, en las chicas en los boliches, los zapatos de plataforma, en el cuerpo, su cuerpo, el cuerpo de las mujeres.
Cuerpos doloridos por las dietas, los abortos clandestinos, las cirugías plásticas, los ejercicios para ser lindas.
Y ahí en el medio Javiera, en el medio de un tironeo infernal que le dice en el oído tenés que ser linda, flaca, no envejecer. Y pienso como va a llegar a vieja sin enloquecer, ¿cómo llegamos todas a viejas sin enloquecer?




martes, 10 de septiembre de 2013

Una carta

Una carta, siento las rodillas temblar.

-¿Qué dice papá? 

Él me mira mudo, mudo de adentro. La pieza parece más oscura aún si es posible.

-¿Que dice, papá? -Sus ojos dicen no puedo. 

Tomo la carta, la abro despacito, despacito. Por favor que esté presa, por favor que esté presa, 

pienso. 

Las letras de la carta son parejitas, como si fuera a maquina, letras redonditas y parejas, que leo 

una a una. Es corta pero dicen todo, ella está viva y esta presa. Un fuego me sale de adentro, es 

pura felicidad, salto y lo abrazo.

-¡Está viva, papá! ¡Está viva!

Sus ojos mudos se llenan de lágrimas.

-Pero, papá, es bueno que esté viva, en algún momento va a salir libre y la vamos a volver a ver, ¿te 

das cuenta?

Me da la espalda y se acerca a la ventana.

-Cuando la conocí -me dice-, ella era jovencita, me acuerdo de sus dos cachos uno a cada lado. Le 

gustaban las faldas plato, tenía una calipso y pasaba dándose vueltas para que se extendiera. La 

primera vez que la besé y sentí sus labios ya me quise casar, pero quería terminar el colegio y ver 

si podía hacerme un oficio. Ella, tan práctica, me dijo: “el que espera, desespera” y que lo único que 

ella esperaba era la micro. Así que me casé. Éramos vírgenes los dos y sabíamos muy poco del 

sexo, pero la primera vez fue maravillosa. 

Lo miro avergonzada.

-Déjame terminar, lo hicimos mucho todo el tiempo, y sólo lo dejamos de hacer cuando te 

esperaba a ti. Su cuerpo era mío. Era el único que lo había contemplado desnudo. Sólo yo conocía 

sus cicatrices, sus curvas, sus dobleces. Ahora ellos también. La deben haber tocado, la deben 

hacer usado, la conocen desnuda. No puedo, Carmen, perdóname, pero preferiría que estuviera 

muerta. 

Lo odio, no puedo mirarle a la cara, cómo puede pensar eso, mi mamá está viva. Entro al baño, 

necesito tomar agua. Seguro que se volvió loco. Ella está viva y un día va a venir. Viejo idiota. Eso 

pienso mientras escucho el ruido de los vidrios quebrándose y el impacto hueco del cuerpo contra 

el suelo.